/// Por Alejandra Burgos @aleburggos A cultivar que se acaba el mundo es un espacio dedicado a productos y productores orgánicos y agroecológicos, que funciona desde fines de 2014 en una casona del barrio de San Telmo. Es una iniciativa surgida a partir de la empresa social Hecho en Bs As, la organización que desde hace 15 años edita la revista mensual del mismo nombre, que es distribuida por personas en situación de calle y sin trabajo, que a través de la venta obtienen un ingreso económico. A cultivar que se acaba el mundo es una manera de desafiar los modelos de producción y consumo impuestos por el sistema de mercado, por las grandes empresas agroindustriales que, apoyadas por gobiernos, continúan devastando los ecosistemas y acaparando el mercado alimentario. Esta iniciativa propone un espacio para contrarrestar esa realidad con la que convivimos. Trabajan con pequeños productores según los principios del comercio justo y solidario, achicando la brecha entre productor y consumidor, promoviendo la agricultura familiar, sin pesticidas ni agrotóxicos.
El pasado 20 de marzo, la Organización Mundial de la Salud dio a conocer, a través de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, un estudio donde admite que el herbicida glifosato es cancerígeno: “Causó daño al ADN y a los cromosomas en las células humanas analizadas”, señala el documento. Ya lo sabíamos. Para quienes nos importan los temas ambientales el comunicado del organismo internacional no es una noticia sino una confirmación. Confirma las denuncias silenciadas de los pueblos fumigados y de científicos independientes. Confirma las incansables denuncias de Andrés Carrasco y Sofía Gatica.
La Soberanía Alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente apropiados producidos a través de métodos sostenibles y saludables. Es su derecho definir sus propias políticas y sistemas alimentarios y agrícolas. Este concepto fue introducido con mayor relevancia en 1996 por La Vía Campesina en Roma, con motivo de la Cumbre Mundial de la Alimentación de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
/// Por Alejandra Burgos @aleburggos El 20 de septiembre del año 2013 no es un día más en el calendario. Ya ha quedado marcado en la historia argentina. En la verdadera historia. Aquella que cuentan los pueblos. Porque la historia no sólo la escriben los que ganan, la escriben también los que luchan. Desde aquel día en Malvinas Argentinas, provincia de Córdoba, vecinos y organizaciones sociales se mantienen en pie de lucha con un bloqueo-acampe contra la construcción de la planta procesadora de semillas transgénicas de Monsanto, la mayor empresa de agronegocios del mundo.
|