/// Por Alejandra Burgos @aleburggos A cultivar que se acaba el mundo es un espacio dedicado a productos y productores orgánicos y agroecológicos, que funciona desde fines de 2014 en una casona del barrio de San Telmo. Es una iniciativa surgida a partir de la empresa social Hecho en Bs As, la organización que desde hace 15 años edita la revista mensual del mismo nombre, que es distribuida por personas en situación de calle y sin trabajo, que a través de la venta obtienen un ingreso económico. A cultivar que se acaba el mundo es una manera de desafiar los modelos de producción y consumo impuestos por el sistema de mercado, por las grandes empresas agroindustriales que, apoyadas por gobiernos, continúan devastando los ecosistemas y acaparando el mercado alimentario. Esta iniciativa propone un espacio para contrarrestar esa realidad con la que convivimos. Trabajan con pequeños productores según los principios del comercio justo y solidario, achicando la brecha entre productor y consumidor, promoviendo la agricultura familiar, sin pesticidas ni agrotóxicos. “En el 2008, comenzamos a publicar informes en la revista Hecho en Bs. As. bajo el título “A cultivar que se acaba el mundo”. Así fuimos dando voz a productores orgánicos y a pensadores relacionados con temas como la soberanía alimentaria. Partamos de que existe una necesidad enorme de cambiar los hábitos de consumo, de alimentación y de relación con quienes producen nuestro alimento. La feria que tenemos funcionando en San Telmo es la materialización, la concreción de una práctica que venimos impulsando hace varios años”. Quien habla es Patricia Merkin, emprendedora social y fundadora de Hecho en Bs As. En la actualidad nuclean bienes de unos 70 productores. Entre ellos se encuentran el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), la Mesa Provincial de Pequeños Productores, Obreras de Miel, Pájaro Tigre, Perinawa Verduritas, Don Hilario, Finca Liemich, las yerbas de Jepe´a, Yemico, Mbopicuá (todas de la Cooperativa Puerto Rico), Finca Primula y Finca La Rosendo (Mendoza), la Red Cañera (Misiones), junto a otros productores independientes y empresas sociales de diversos puntos del país. “La selección de los productores tiene que ver con conocer cómo elaboran sus productos, de qué manera se organizan. Nuestro espacio es un almacén km 0, un concepto que justamente, hace referencia a la distancia que recorren los alimentos desde el lugar de producción hasta que llegan al consumidor, es una dimensión utilizada a la hora de analizar la huella ecológica de los alimentos y es uno de los conceptos de la filosofía Slow Food”, señala Patricia. La primera sensación que me invade cuando llego a la casona antigua del barrio de San Telmo, es una mezcla de tranquilidad y armonía. Es un pedacito de campo en plena ciudad, sus paredes de ladrillos hacen las veces de escudo protector alejando los sonidos clásicos del tráfico en hora pico. Cruzás la puerta y te encontrás con mesas en donde se exhiben los diferentes productos. Frascos y botellas de salsas, huevos, frutas y verduras que contrastan con plantas que decoran el lugar. En el aire, una mistura de lavanda, romero y menta. Enseguida se acerca alguien a saludar y, pocos minutos después, ya me convidan un mate. “Lo importante también es hacer de este espacio un lugar de debate y de charlas. Por ejemplo, organizamos un taller de comida vegana al que se acercó mucha gente. La idea es ofrecer a los diferentes actores sociales un espacio para difundir sus conocimientos y que sea un intercambio con las personas que vienen y participan. Algunos después comienzan a hacer huertas en sus casas, entonces de a poquito también buscamos ser un espacio para la educación y no solamente vender”, dice Lu, integrante del equipo de colaboradores. Jorge, también parte del equipo que lleva adelante el proyecto, agrega: “Esto es también una forma de ayudar a tomar conciencia sobre el consumo que uno hace. Cuando vas al supermercado no hay góndolas bien diferenciadas de productos agroecológicos sino que te venden lo que ellos quieren, ni siquiera uno sabe de dónde vienen los productos ni cómo fueron cultivados. Todo tiene colorante permitido, saborizante permitido y hay más opciones de productos sintéticos que nutritivos. Acá te damos la opción de empezar a generar una buena alimentación con la premisa de que tu alimento es tu medicamento”. Si bien es un espacio de socialización y ventas, esta iniciativa promueve nuevos modos de vida sostenibles que ayudan en la prevención de la pobreza urbana. Patricia nos explica: “Si logramos evitar que pequeños productores rurales abandonen el campo en busca de oportunidades en la ciudad, estaremos aportando también a la reducción de la pobreza urbana. Entendemos el comercio solidario y el apoyo a pequeños productores agroecológicos y orgánicos como uno de los pilares de una sociedad más justa y equitativa, continuando nuestra misión de ofrecer oportunidades de inclusión a grupos marginalizados”. La feria abre sus puertas todos los miércoles y sábados, de 10 a 20hs. Desde Espacio Natural te proponemos que te des una vuelta por el lugar y los conozcas, hay muchas formas de participar y colaborar con ellos. El consumo responsable también es posible en plena ciudad. Más información en: hechoenbsas.net comerciojusto@hechoenbsas.com TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR » |